Emisora
Pregunta: ¿Qué podéis decirnos de la tesis dada a la publicidad, respecto a la muerte o desintegración del Espi'ritu por mandato de Dios, ante la contingencia o hipótesis de la rebeldía eterna?
Ramatis: Admitir la muerte del Espíritu, o sea, del Alma, es divulgar o traer esa concepción para la tela de la publicidad, es crear un laberinto más de dudas teológicas y aumentar la controversia existente entre las creencias y religiones, dado que se encuentran en divergencias intransigentes con respecto a la interpretación de la letra de los Evangelios.
Consideremos el caso:----En base de la visión omnisciente, inmutable y absoluta de la Sabiduría de Dios, es inadmisible la "rebelio'n eterna" de la criatura contra su Creador y sus Leyes. Semejante presuncio'n y sus consecuencias punitivas son aquellas de la fo'rmula bi'blica de los "a'ngeles cai'dos". Tal dogma, como tantos otros, no tienen consistencia moral de lo'gica y buen sentido, ni aun admitido como un raciocinio teo'rico, porque la muerte del Espi'ritu es una imposibilidad concreta.
La desintegracio'n de las conciencias-individuos generados o nacidos en el seno de Dios constituiri'an una enorme aberracio'n, dado que la extincio'n o "muerte" de las centellas vivas que el Creador lanzo' de Si, implicari'a la muerte de EL mismo, que es la Fuente de esa vida. La misma cosa sucedera' el dia que extingan o mueran los rayos de luz, del "rey Sol", pues siendo fracciones vivas de si mismo, es obvio que e'l ha de morir tambie'n.
Abordemos, entonces, el otro a'ngulo del teorema;----lo que se refiere al Mal, sus causas, sus efectos y prolongacio'n. El Mal es una reaccio'n de deprimencias morales, pero, transitorias sin posibilidad de que persistan por una eternidad. El hombre, en su camino de evolucio'n, aunque tenga ignorancia de su realidad espiriyual eterna, su libre albedri'o desordenado lo lleva a cometer desatinos de toda especie, es decir---practica el Mal.
Es que sus oi'dos todavi'a esta'n cerrados a la voz i'ntima, que vibra en el receso de su conciencia, para advertirle resista a los impulsos negativos del mal, pues "Dios no quiere la muerte del impi'o, sino que se salve".
En las fases intermedias de su evolucio'n, el hombre, activado por las fuerzas negativas, indomable del egoi'smo y tantas otras, tiene como ideal supremo en su vida, adquirir recursos ilimitados que le garanticen sus necesidades comunes para disfrutar del goce de los placeres y comodidades superfluas. Cuando tiene conocimiento de que es un espi'ritu inmortal y siente dentro de si' la grandeza de ese atributo, entonces es el factor eternidad el que terminara' por vencerlo, destruye'ndole todas las resistencias de su rebeldi'a contra el Bien; es ahi', cuando poco a poco, se le ve' renunciando a los placeres e intereses efi'meros del mundo utilitarista que lo rodea.
A medida que su conciencia se eleva y santifica, la firmeza de voluntad que teni'a de querer s poder, que vence y realiza, en vez de estar al servicio del Ego inferior, pasa a servir al Ego superior, cuyo ideal supremo es el Amor-fraternidad de alcance co'smico que en la realizacio'n integral del "Amor a Dios sobre todas las cosas y al pro'jimo como a ti mismo", perdona, se sacrifica, ayuda y renuncia, da'ndo todo de si', sin pensar es si'. Alcanzada esta plenitud moral de grado santificante, el microcosmo humano, que es el hombre, pasando a reflejar las cualidades, y las virtudes sublimes del Macrocosmo Divino, que es Dios.
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