Emisora
EL MITO DE LA MUERTE
Empezaremos por decir que LA MUERTE NO EXISTE. Es decir, en el sentido que se suele dar a esta idea como cesación o punto final de la vida. Este tema que tantos temores infunde a la mayoría de las personas, es simplemente una transformación de la vida. Pero aquella actividad que es la vida no puede tener un punto final, pues es una corriente que fluye en forma eterna en el Universo.
Para poder hablar de lo que es "morir" necesitamos examinar primero que es "vivir", pues así puedo conducir vuestro pensamiento de un factor conocido a un factor desconocido. Fundamentalmente todos somos entidades espirituales. Unas, como nosotros, libres en el presente momento de la envoltura física.. Otros, como lo son Uds., vistiendo temporalmente un ropaje al que llamaís "cuerpo" y cuyo objeto es el de servir como vehículo para que la persona pueda vivir y adquirir experiencias en el mundo físico de este planeta denominado Tierra.
Cuando una entidad espiritual llega al momento en que requiere encarnar, es decir, tomar el ropaje de un cuerpo, forma su primera conexión durante la gestación biológica de la criatura. El momento preciso puede ser variable en diversos casos, pero de todas maneras la entidad que toma este ropaje físico lo hace con el objeto de cumplir las misiones que pueda tener en el programa de una jornada terrena. Esta jornada, como sabeis, puede tener muy diversa duración, pero su término ineludiblemente llegará y entonces se presenta el momento de la transformación que aquí vamos a explicar. El cuerpo, al terminar su jornada, queda deshabitado por el alma y tal cuerpo físico se empieza a desintegrar devolviendo los elentos a las fuentes originales bajo un proceso que es lento y sigue el curso de las leyes químicas que le corresponden. Nada se pierde, todo se transforma en ciclos de renovación en los que al quedar liberados los elementos de un cuerpo desechado, estos elementos pasan a formar gérmenes de vida vegetal y así, al tomar nuevas formas, se convierten otra vez en alimentos que pueden ser ingeridos por una madre y volverán a ser las sustancias que formarán celulas y tejidos para la gestación de un nuevo niño que va a nacer. Es así como los elementos físicos (al igual que los elementos anímicos en otra forma) tienen un renacimiento constante en ciclos de formación y desintegración de cuerpos humanos.
Pero lo que más interesa al hombre es saber qué es lo que va a percibir cuando llegue este momento supremo de la transición. Primeramente debe entenderse con claridad que la función pensante no se pierde, cuando ocurre la defunción del cuerpo. Por tanto el individuo continua con las capacidades de su personalidad mental y emocional, lo cual quiere decir que puede seguir pensando y amando a las personas que ha dejado sobre la tierra, aún cuando su cerebro y su corazón hayan dejado de funcionar.
Por otra parte, esta facultad mental no quiere decir que el ser sienta dolor o angustias en el momento del desprendimiento, todo lo contrario; la primera impresión será de liberación y descanso, especialmente cuando por enfermedad o vejez tiene el cuerpo deterioros que lo están haciendo sufrir. Habrá un período de confusión y adaptación a sus nuevas condiciones, pero la Inteligencia Divina ha propiciado que en ese momento se acerquen al que ha desencarnado, seres que lo rodean llenos de amorosa solicitud y le hacen sentir un gran amparo mientras que empieza a ajustar sus facultades al nuevo medio.
En tal encuentro se experimenta un profundo regocijo al percibirce que esos espíritus protectores no vienen solos. Los acompaña un grupos de seres que resultan ser personas amadas a quienes reconocemos como familiares, y amigos queridos de quienes nos creíamos totalmente separados. Al verse rodeado así de un cortejo de afectos, se siente uno invadido por una honda emoción, un gran consuelo que tranquiliza por la separación que uno acaba de tener de los seres que ha dejado sobre el mundo, y este cortejo promete a su vez que habrá un encuentro parecido cuando esos familiares dejados atrás desencarnen y uno sea el que los salga a recibir con Amor.
Subsecuentemente a este recibimiento de gratas satisfacciones afectivas, esperan al ser diversas etapas importantes en su camino, y en ellas encontrará períodos de examen lúcidos de la conducta que desplegó en la vida recién terminada. Habrá períodos de purificación, períodos de severo autojuicio, propósitos de regeneración y progreso y períodos de inefable expresión en los Planos Celestiales que sean apropiados al nivel de su desarrollo alcanzado. Al final de todo este proceso en un tiempo sin tiempo, el ser, sintiéndose irresistiblemente impelido a continuar su marcha ascendente y habiendo adquirido plena consciencia de sus imperfecciones, y dándose cuenta del nivel que ha alcanzado a través de todas sus encarnaciones pasadas, optará valerosamente por continuar redimiendo sus errores mediante otra jornada de encarnación en la vida terrenal. El período de purificación puede ser una etapa dolorosa para el ser que ha llevado una vida de egoísmo y de faltas en la que ha pasado por encima de los derechos y la felicidad de otros, sacrificándolos en aras de sus propias satisfacciones. Es por eso que con tanta insistencia os hemos recomendado el analisis diario de vuestra conducta, pues aquel que noche a noche, antes de dormir, examine su actuación del dia que termina y haga esta revisión con honradez, verá claramente los errores cometidos, las transgresiones que han invadido el bienestar de otros, e invariablemente sentirá pesar por ello, y sentirá el propósito de actuar mejor en lo sucesivo. De esta forma seremos mejor y evitaremos el atraso en nuestra evolución espiritual. Bendiciones.
(E. Guzman
Para todos mis hermanos, Amor, Paz y Luz ......Juan Fernando
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario